Para mí

es un milagro
cuando un fragmento
de la estructura
se desprende
y enseña secretos.

No es sencillo
fingir soltura,

o convercerte de
que valgo la pena.

Por eso es un regalo
que se abran las
cuñas de porcelana,
como pastillas lisas
dentro del ojo.

Y me hablen de lo que
debería haber aprendido.

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