Imposible olvidar cómo me
clavaron un codo entre las
vértebras L3 y L4, dejando
un moratón con forma de
reproche en la zona lumbar.
Qué momento.
Aquella luna alucinógena,
verde, azul y violeta
justo encima de mi trasero.
Desde entonces, espero
pacientemente la hora
alargada de las sombras.
Convencida de que cuando
vuelva la hecatombe,
tendrá mis ojos.
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