Estaban dentro del hielo perpetuo.
Muertos en mi congelador.
Mientras dormía los saqué.
Para lavarlos con agua caliente.
Solos tus pulmones y yo.
En el lavadero del patio.
Sobre migas de pan.
Bajo estrellas balbuceantes.
Pero es un sueño y hace frío.
Dentro de poco va a nevar.
Por eso cargo los órganos.
Y los protejo de la noche.
Quiero llevármelos conmigo.
Estrujarlos contra mi boca.
Esconderlos bajo la cama.
Pero tropiezo y caigo de rodillas.
Y tu recuerdo, que no sabe volar,
es arrojado al aire.
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