Lo que nadie ama

No hay escenas coherentes en mi cabeza.

Un caballo cubierto de cal,
la esquina de la fregona,
conchas de nácar y sangre,
cardos azules dentro de la boca.

No hay ninguna lógica.

Sólo habitaciones que nadie ama.
Kilómetros de muelas de leche.
Tres pezones violetas.

No existe el silencio.

Pero a veces amanece
durante unos minutos.

Unos breves instantes.

Y mi cabeza puede ser
un hermoso camastro.

Ese lugar donde no
se puede permanecer.

A esperar de nuevo la sombra.

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