Las venas del agua

Quiero ancas.

Estaría bien tener ancas.
O las extremidades de un palmípedo.
Con membranas verdes y una película de aceite.
Porque miro fijamente las venas del agua,
cómo se deslizan dentro de la bañera,
en dirección al desagüe.

Hacia lo que no sé.

Y no tienen miedo.
Me llaman con un sonido invertido.
Iré, saltaré dentro de esa corriente,
nadaré como una manta extendida.
Porque nada es permanente.

Todo fluye como un
líquido tremendo.

Que así sea.

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