La mano que aprieta

Si el gato come hierba sabemos que se acercan los problemas.
Hay caras secas en los calcetines y el pan duro nos persigue.

Como esa sombra con forma de mano, esa figura alargada.

Que al cerrar los ojos en las noches de la infancia.
nos rozaba con sus falanges o se escondía bajo la cama.

Entonces sólo aparecía cuando todos dormían.
Pero ahora llega por la mañana, mientras desayunamos.

Y aunque la ignoremos y no le miremos las uñas,
ella sabe que es mucho más grande.

Mucho más terrible.

Ya no resulta tan fácil echarla.

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