*

Bajo el cielo negro.
Las estrellas.
Un desierto.

Y yo no respiraba.

Sostenía a alguien.

Su cabeza en mi regazo.
Los dedos en los dedos.
La vena verde en la lengua.
Sollozando, aunque sin pesar.

Lo cuidaba en el suelo
mientras el viento rugía
blanco, manchando
la piel del potro.

Entonces alzó
la vista como
los lobos.

Astuto.

Y murió
sin compasión.

1 comentario:

  1. Anónimo17.8.16

    Marina,que impresionantemente bello y duro
    Memociono toda!!

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