Me ves ansiosa por escribir,
por hacerlo mejor cada día.
Quiero estar a la altura,
estar a la altura.
Me arranco las sanguijuelas
con el dedo índice y el pulgar.
Porque sólo yo puedo hacerlo.
Pero escucha.
Cuando quieras
te llevaré al precipicio.
Dejaré que me toques la garganta.
O los lugares del silencio.
Porque son suaves,
y llegó la hora de acariciar.
De quitarle la mordaza
a todo lo bello que nos habita.
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